Es normal y saludable sentirse culpable ante determinadas situaciones: por ejemplo sentirnos culpables cuando tenemos una actitud egoísta con alguien que necesita de nuestra ayuda. La ausencia total de culpa es muy peligrosa. Los delincuentes, los psicópatas, no sienten culpa, se rigen por leyes o códigos propios, diferentes a los de la sociedad en la que viven.
Por otro lado, hay sentimientos de culpa ligados a conflictos (tanto conscientes como inconscientes) que nos atormentan y paralizan. Son sentimientos de culpa que no responden a causas racionales, lógicas, pero de los cuales no nos podemos desprender y nos hacen sufrir. Un ejemplo sería el de un hijo que se sienta culpable por el divorcio de sus padres.
¿Cómo se genera el sentimiento de culpa?
El sentimiento de culpa es el resultado de la puja entre un deseo que se desea satisfacer y una prohibición. Cuando el niño es pequeño se angustia frente a la posibilidad de la pérdida del amor de los padres: “si te portás mal papá y mamá no te van a querer”. Cuando el niño crece “internaliza” a sus padres. Ya no serán ellos los que le digan al hombre adulto qué está bien y qué está mal, qué se debe hacer y qué no. Serán estos padres internalizados que funcionan desde dentro de la mente del sujeto como superyó, como conciencia moral, los que lo castigarán a través del sentimiento de culpa.
¿Qué nos hace sentir culpables?
A lo largo de la charla fueron surgiendo variados ejemplos: nos sentimos culpables porque tal vez cometimos errores en la crianza de nuestros hijos; nos reprochamos no estar al lado de nuestros padres ancianos; dejamos de hacer algo por temor a molestar a alguien (por sentir culpa anticipadamente).
¡Y también sentimos culpa por disfrutar!
Parece un chiste, pero es así. A veces cuesta mucho disfrutar de ciertas situaciones (sobre todo si nuestros seres queridos están en una mala situación) y nos sentimos culpables por ser felices.
También trabajamos sobre un tipo particular de persona, aquella que no se hace cargo de sus equivocaciones y proyecta, pone afuera, en el otro o en “circunstancias de la vida” al responsable de sus errores. Para ellos el culpable siempre es el otro.
Y como es habitual en nosotras, tratamos de cerrar la reunión encontrando soluciones:
¿Cómo lidiar contra el sentimiento de culpa?
.Es muy importante poder hablar acerca de lo que se siente: poner en palabras los miedos, los reproches, los sentimientos de estar en falta.
.A veces haciendo esto se puede evaluar el tenor real de la falta (en general desproporcionado).
.Un riesgo de sentirse demasiado culpable por algo o considerarse siempre el culpable de todo es que los otros nos instalen en ese lugar y no nos dejen salir. Quedamos en una trampa: el otro es una víctima y yo soy la culpable.
.En caso de haber cometido una falta, lo indicado es reconocerla y hablar con el damnificado.
.Analizar cuáles son nuestros ideales morales, religiosos o sociales y evaluar si no son demasiado elevados como para respetarlos siempre.
.Reconocer que en la vida las cosas no son o blancas o negras. Hay grises, hay matices.
.Puesto que muchas veces el sentimiento de culpa es interno, lo ideal sería poder perdonarse.