Los seres humanos nos comunicamos a través de las palabras y a través del cuerpo por medio de gestos, tonos de voz, miradas, silencios e incluso síntomas. El lenguaje corporal a veces complementa lo que decimos, pero muchas veces lo contradice y es importante registrar este “cortocircuito”. Hay que estar atentas a lo que verdaderamente nos quiere decir el otro: debemos aprender a leer sus gestos. Y por supuesto que también es importante entender qué y cómo nos estamos comunicando nosotras: ¿qué mensajes estoy enviando al exterior?
Estuvimos conversando un largo rato sobre “la mirada”. Muchas de nosotras recordamos esas miradas de nuestras madres cuando se enojaban con nosotras. No nos decían nada, solo nos miraban (diferente) y nosotras, también en silencio, sabíamos que habíamos hecho algo malo. Algunas comentaron que eran preferibles esas miradas a otro castigo. Y muchas reconocimos que ahora, como madres, hacemos lo mismo con nuestros hijos.
A través de la mirada podemos sentirnos humilladas o valorizadas. El conocer a la otra persona influye en cómo interpretemos su mirada. No es lo mismo una mirada hostil de parte del jefe, de parte de nuestra pareja o de parte de un desconocido que se nos cruza en la calle. Por supuesto que también esa mirada será interpretada en función de nuestro estado de ánimo y de nuestra historia personal.
¿Cómo actuar en aquellas en situaciones en las que el otro (el emisor) tiene un lenguaje verbal amable o simplemente neutro, informativo, pero que con los ojos está transmitiendo violencia, descalificación? Lo más saludable sería darle a conocer al emisor que una descubrió su trampa: decirle que una sabe que lo que dice no guarda consonancia con sus gestos/miradas. Y además, agregar, que de los dos mensajes que emitió, el verdadero es el gestual y, como es agresivo y violento, una no está dispuesta a aceptarlo, no está dispuesta a seguirle el juego.
En ciertas familias, estos mensajes paradojales son “el” modo de comunicarse. Los niños así criados enferman porque no pueden escapar de esta comunicación tramposa que proviene de sus padres, de los que depende amorosamente y en términos de supervivencia (Teoría del doble vínculo, Bateson… por si les interesa el tema y quieren buscar más información).
Hacia el final del encuentro surgió una inquietud: ¿qué pasa hoy en día con la comunicación y la tecnología? Salvo algunas excepciones (Skype, por ejemplo) la comunicación se hace solamente a través de palabras (e-mails, mensajes de texto, etc.) ¿Qué ocurre con los matices que envuelven una comunicación? ¿Qué ocurre con aquello que no se dice?
Hubo opiniones a favor y en contra. Hubo ejemplos del uso que los jóvenes dan a la tecnología y cómo ésta está suplantando a las relaciones humanas que requieren de mayor contacto y compromiso.
Les sugiero que hablen con sus hijos (o cualquier joven que tengan cerca) sobre este último tema. Yo lo hice con mi hija menor al regresar de la reunión y quedé positivamente sorprendida ante sus comentarios… no todo está perdido.