Por lo tanto, definimos “mentira” como algo falso que uno dice a otro sabiendo que no es verdad y con la intención consciente de engañarlo.
Por supuesto que sabemos que a veces se miente inconscientemente, tanto a sí mismo como a otro (por ejemplo, para defendernos de una situación dolorosa podemos decirnos: “No me siento angustiada, no me afecta la muerte de X”).
Las distintas participantes del grupo fue comentando anécdotas y de acuerdo a lo que íbamos hablando llegamos a la conclusión de que se miente por miedo: miedo a que se sepa algo malo de uno, a no ser querido, a ser desvalorizado, atacado, etc.
Es sencilla la tarea de relatar un suceso para el que dice la verdad: simplemente dice lo que le dicta su memoria. Sin embargo es tarea difícil para el que miente, pues tiene que tener muy buena memoria para mantener encubierta esa mentira original con la ayuda de mentiras secundarias.
Tanto en la historia de un pueblo como en la historia de una familia, sus miembros legitiman, comprenden e interpretan el presente en base a su pasado. Por lo tanto, el relato del pasado es un arma poderosa para el que detenta el poder.
A nivel social se manipula la memoria (Historia) destruyendo documentos, eliminando el nombre de personajes que fueron protagonistas, por medio de la propaganda y la creación de un nuevo relato.
Lo mismo ocurre en una familia: abuelos o padres niegan hechos ocurridos que les desagradan (un origen humilde, un hecho delictivo, etc.) y crean una leyenda familiar que los descendientes tienen que creer.
Al mentir el lenguaje no sirve para comunicar, sino para encubrir, para incomunicar.
El mentir se da en sujetos sanos y en enfermos.
Ejemplos de mentiras en personas normales serían preparar una fiesta sorpresa para un ser querido, o no dar una mala noticia a alguien que tiene que dar un examen final para no ponerlo nervioso (mentira blanca).
En la neurosis un ejemplo sería aquella persona que padece fobia social y que trata de evitar ir a una fiesta diciendo que no va porque está cansada por haber trabajado todo el día.
Las mentiras del psicópata son más graves: desde un sujeto que hace una estafa económica, a un asesino que miente sobre su responsabilidad en un asesinato.
El mitómano, el mentiroso patológico, no solo miente para engañar a los otros sino que es una forma de expresarse y de relacionarse con el mundo que lo rodea.
Es muy común la mentira en los adictos, tanto para conseguir droga como para ocultar su consumo.
Casi todas acordamos que se miente tanto ocultando como construyendo una historia falsa.
Los niños aprenden de sus padres a decir la verdad y a mentir.
Cuando los padres se dan cuenta que un hijo les ha mentido se sienten muy angustiados y traicionados, pues sienten que se ha roto un pacto de confianza.
Los padres tienen que poder discriminar por qué su hijo mintió en una determinada situación, porque tal vez su hijo no sea un “mentiroso incurable”, sino que simplemente mintió en un determinado momento por un motivo puntual: para proteger a un amigo, evitar una situación vergonzosa o proteger su intimidad.
Un tipo de mentira en la pareja es la infidelidad. Es curioso que el infiel le miente a su pareja oficial, pero es sincero con su amante, de modo que vive con ésta una relación tranquila, sin corridas ni sobresaltos. Con su esposa está pendiente de tejer mentiras para conservar un cierto bienestar y equilibrio afectivo y/o económico.
Si bien sabemos que social y moralmente “mentir está mal”, también sabemos que todos hemos mentido en algún momento de nuestras vidas, tanto por buenos como por malos motivos.