Haré un breve resumen de las dos obras para que se comprenda de qué hablamos en el grupo. En ambas la trama gira en torno a una madre gravemente enferma a la que no se le puede decir nada que la preocupe. Cualquier noticia desagradable provocaría su muerte.
En el cuento de Cortázar, los hijos y demás parientes le ocultan la muerte de un hijo. Entre todos tejen mentiras cada vez más complejas para evitar que se sepa la verdad, y lo hacen hasta el punto en que por momentos ellos mismos creen la ficción familiar. La madre descubre la verdad y poco antes de morir les agradece el esfuerzo.
En la película, sus hijos le ocultan a la madre (mujer de fuertes ideas socialistas y cuyo marido se fue de su lado) que, durante los meses que estuvo en coma, cayó el muro de Berlín y el capitalismo entró en Alemania Oriental. La novia del hijo le devela la verdad y ella entonces confiesa a sus hijos que el padre no los abandonó, sino que huyó de la RDA y fue ella la que, por temor, no cumplió con el pacto de reencontrase con él. Además, les informa que nunca les entregó las cartas que su padre les envió.
Trabajamos acerca de las mentiras y los secretos en las familias. Aprovechamos la claridad con que queda expuesto en las dos historias, el hecho de que los personajes que no forman parte de la familia, las novias de los hijos, son las únicas que no aceptan “entrar en el juego”.
Además, en la película, se ve cómo el hijo repite con su madre lo que ella hizo con él: le miente. Más allá de los motivos que tuvieron uno y otro, el mentir forma parte de la modalidad de esa familia. Esto se ve diariamente en la práctica clínica.
Algunas de las participantes del encuentro relataron historias en las que graficaron cómo, generación tras generación, se sostuvieron mentiras familiares. Incluso algunas mentiras que “protegían” a miembros de la familia que ya no estaban con vida.
Hijos adoptados, la cárcel, una enfermedad terminal, abuso, asesinato… son temas prohibidos, ocultos (¿indefinidamente?) bajo un grueso tejido de mentiras familiares.
Por lo tanto nos preguntamos: ¿Por qué nace una mentira? ¿A quién se protege cuando se miente? ¿A uno mismo? ¿Se puede pensar que uno miente como un acto de amor? ¿O es mejor (aunque a veces más doloroso) decir la verdad?