A continuación escuchamos la historia de una joven húngara que llegó a México sin conocer a nadie, sin dinero y sin saber hablar español. Estando en un mercado se desmayó de hambre y ¿quién la fue a socorrer? Pues un muchacho húngaro con el cual compartió su vida.
Una chica de 23 años estaba de novia con un joven médico. Sin dar explicaciones él se casó con otra. Casi 50 años después (y migración de por medio) él la contactó vía internet y se volvieron a ver. Fue muy importante para ella este encuentro y nos dijo: “Al verlo pude cerrar un capítulo de mi vida, casi 50 años después él me respondió por qué no se casó conmigo. Por otro lado, si me hubiera casado con él hubiera sido un terrible error.”
Una pareja de novios se separó y cada uno se casó con otra persona. Después de muchos años, él separado y ella viuda, se reencontraron y se casaron.
Un matrimonio, aparentemente muy feliz, se separó porque el hombre se fue con su amante, con la cual tuvo un hijo. Al cabo de pocos años el hombre volvió con su primera esposa, quien nunca dejó de amarlo.
Pero no todos los relatos fueron sobre parejas. Los amigos también generaron historias de amor.
Un cumpleaños de 60 hizo que una de nosotras viajara 7.000 km y se transformara en un “regalo sorpresa” para sus amigos de toda la vida.
Otra de nosotras tenía programado un viaje a Buenos Aires y estuvo a punto de cancelarlo por un problema de salud. Cuando sus amigos se enteraron, se preocuparon y le insistieron que fuera. Ella nos dijo: “Yo no puedo dejar de ir, me están esperando. Yo sabía que era querida, pero al emigrar, la distancia te da otra dimensión de las cosas.”
Muchas coincidieron en la idea de que antiguamente las relaciones de pareja duraban más que ahora y otras se preguntaron si las mujeres son más románticas que los hombres.
Se le dio mucha importancia a la amistad: “Para mí es muy importante el amor de la amistad, porque a la familia uno no la elige, pero a los amigos sí.”
Vinculamos la migración con la amistad: nuevos amigos en el nuevo país nos permitieron sentirnos queridas y acompañadas. Algunas de nosotras conocieron a su nueva pareja en el exilio.
Como no hubo tiempo de contar todas las historias, en noviembre seguiremos: “Una historia de amor, segunda parte”.