En el grupo se habló de una envidia negativa, patológica, que lleva al envidioso a quedar paralizado o incluso a tener conductas violentas en contra del envidiado. Siente que se está cometiendo una njusticia: “por qué el otro sí y yo no”. El envidioso compite con “el que tiene”, siente que la “superioridad” del otro lo disminuye.
Para algunas mujeres del grupo habría una envidia sana, que es la que se siente cuando se admira a otro. Esta envidia positiva sería la que nos impulsaría a querer lograr lo mismo que logró esa persona.
Pero otras mujeres del grupo dijeron que la envidia siempre es negativa y que implica el odio hacia el envidiado. Plantearon que consideran que es admiración (y no envidia sana) el sentimiento positivo hacia alguien que posee algo valioso. Algunas frases que se dijeron:
“La envidia es uno de los sentimientos más bajos.”
“Es un sentimiento mucho más generalizado de lo que queremos creer.”
“El envidioso es una persona que se autoconsume”.“La envidia es destructiva”.
“El que envidia sufre.” “El envidiado también sufre porque el envidioso tiene cierto poder”.
Pensamos que hay sujetos con una estructura de personalidad envidiosa, probablemente porque tienen la estima baja y no se sienten satisfechos con sus vidas. Sujetos que ven el mundo a través de un cristal envidioso y que tal vez nunca cambien. Y por otro lado hay personas normales que pueden sentir envidia en alguna circunstancia determinada.
Acordamos que la familia tiene un papel importante, pues: “la envidia se inculca, se enseña”.
Hay padres que etiquetan a uno de sus hijos como, por ejemplo, “el inteligente”, de modo que los otros hijos crecerán con ese modelo inalcanzable y envidiado.
Se habló de la migración y algunas comentaron que los familiares y amigos que han quedado en los países de origen envidian a los que emigraron. También se señaló que los que emigraron envidian a los que quedaron lejos pues están juntos y rodeados de afectos.