Hablamos de la tradición musulmana y de la judeo-cristiana, pero dedicamos la mayor parte del tiempo a hablar sobre culturas poco conocidas por nosotras. Yo llevé material sobre Japón, China, Tailandia, Indonesia e India, que se enriqueció con relatos de algunas viajeras del grupo.
Conversamos sobre lo que ocurre en la India con las viudas: se visten de blanco, rapan sus cabezas y pasan a pertenecer a la casta de las intocables. Son repudiadas por sus familias, se les priva de sus posesiones y viven gracias a la caridad. Recordemos que, como muchos matrimonios son arreglados y hay niñas casadas con hombres mayores, muchas de estas viudas son niñas pequeñas. Sugerí en la reunión que para este tema vieran la película “Water”, dirigida por Deepa Mehta, del año 2005.
Hablamos extensamente sobre la sexualidad en Japón y destacamos la contradicción (o tal vez la relación directa) que hay entre la falta de interés por las relaciones sexuales y la creciente industria del sexo.
Conversamos sobre las alarmantes cifras de la prostitución en China y sobre la transexualidad en Indonesia y Tailandia.
A lo largo de la charla aparecieron dos elementos comunes a la mayoría de las culturas: 1) son sociedades machistas y 2) “La mujer como fruto de la tentación”, “La mujer es el objeto de deseo” (en palabras de las participantes).
Existe la idea de que la mujer no puede controlar sus apetitos sexuales y es la culpable del deseo masculino. Ella es la que provoca el descontrol de ambos y por lo tanto hay que controlarla. En realidad ambos tienen apetitos sexuales, pero se proyectan los del hombre sobre la mujer y después se la rechaza, se la estigmatiza.
Ejemplos de ello se ven claramente en sociedades donde las mujeres deben ser cubiertas para no seducir a hombres ajenos. Ocultan su sensualidad tanto con una peluca como con una larga túnica de la cabeza a los pies.