Abrimos la charla con una frase de Bertrand Russell: “Cuando una persona sabe para dónde va, el mundo entero se aparta para darle paso”.
Hay logros pequeños y logros enormes. Logros internos, que solo son importantes para mí y que solo yo conozco. Y también hay logros de los que los demás son testigos.
Los logros dependen de los diferentes momentos de nuestra vida.
Una de nosotras dijo: "Me gustan los logros de esta etapa de la vida porque son chiquitos, son más cerquita y los puedo alcanzar".
Hay gente capaz de logros laborales y económicos, pero incapaz de logros afectivos y de relaciones personales. Y viceversa.
Dijimos que es positivo ser ambiciosa, aunque de chicas nos inculcaran lo contrario.
Hablamos de los "benditos" mandatos familiares y culturales que muchas veces nos frenaron o intentaron hacerlo.
Y nos preguntamos: ¿Qué hace que una persona alcance algo que desea?
-Primeramente: siente un deseo. El deseo es el motor.
-Se plantea metas y deja de lado aquello que no es realista o razonable.
-Elabora estrategias concretas.
-Lucha contra las críticas internas (que son las peores) y las dificultades externas.
-Es perseverante. Tiene la energía, la “agresividad” necesaria para seguir adelante y abrirse paso.
Planteamos que hay personas que están orientadas hacia el logro y otras hacia la evitación del fracaso. Sus conductas son muy diferentes. Para las primeras una tarea complicada es un desafío y para las segundas una amenaza; las primeras querrán aprender algo nuevo, las segundas abandonarán al primer intento.
Esto último nos llevó a hablar brevemente sobre la procrastinación, que es el retrasar una actividad poniendo excusas, sustituyéndola por otra tarea más agradable, incluso irrelevante.