Por eso, en la reunión de enero, nos pareció una excelente idea comenzar el año con el tema “Asignaturas pendientes”, que son aquellas actividades solamente nuestras, y que no pudimos realizar años atrás porque fueron otras nuestras prioridades. El matrimonio, los hijos, la casa, la familia, nos desviaron la energía y nos consumieron tiempo y atención. Probablemente las decisiones tomadas fueron las correctas en su momento, pero ahora, desde el presente, somos muy duras juzgando esas conductas del pasado.
¿En qué momento de nuestra vida nos planteamos que tenemos asignaturas pendientes?
Posiblemente cuando atravesamos una crisis vital. Añoramos lo que no tenemos, justamente porque no nos satisface el momento que estamos viviendo, y pensamos que nos estamos perdiendo de disfrutar de un mundo perfecto, ideal y maravilloso que otros sí gozan, y nosotras no.
No está mal reconocer que tenemos asignaturas pendientes, lo que sí está mal es tomarlas como fracasos personales y auto castigarnos con reproches.
Lo que planteamos es una propuesta realista para evitar que estos proyectos queden estancados en nuestra cabeza y se conviertan en un imposible que nos angustie. Proponemos preguntarnos cuáles son nuestras asignaturas pendientes y, de acuerdo a nuestra realidad actual (edad, situación vital en la pareja y en la familia, entorno afectivo, situación económica, etc.) cómo empezar a materializarlas en actos concretos.¿Cómo lograrlo?
1) hacer una lista de lo que tenemos pendiente
2) plantearnos nuestra realidad actual (familia, economía, trabajo, etc.)
3) establecer los caminos concretos para realizar eso que queremos: buscar información de lugar, costo, horarios.
4) reorganizar lo cotidiano para que nuestro proyecto sea posible. No boicotearnos ni postergar.
Y por supuesto, como somos mujeres y para nosotras son fundamentales las redes, las charlas y los afectos, proponemos acompañarnos en el camino de hacer concreto lo posible.