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El cuidado, Carina Baron

3/25/2013

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En teoría sabemos cómo cuidarnos y cómo cuidar a los demás (hijos y maridos… y por supuesto nietos, padres y otros familiares). Pero a veces parecería que fuera más fácil cuidar a otro que a nosotras mismas: “Llevate un saquito por si refresca”, “Estás durmiendo muy poco, no te hace bien”, “Tenés ojos de fiebre, ¿te tomaste la temperatura?”.

Y si nos detenemos un instante a pensar estas tres situaciones tan domésticas, nos daremos cuenta de que hubo momentos en que nosotras fuimos las protagonistas: no llevamos un saquito, no dormimos bien y fuimos a trabajar con fiebre…

¿Qué pasa con la percepción de nuestras necesidades?

En la reunión comenzamos trabajando lo más básico: nuestro cuerpo. Después hablaríamos de nuestra mente, nuestros afectos y nuestras actividades.

Cuidar nuestro cuerpo

Todas sabemos que tenemos que comer sano, hacer ejercicio, dormir bien, no fumar, no beber en exceso, hacernos chequeos médicos de rutina… pero esto no siempre ocurre…

Es muy importante registrar nuestro cuerpo, estar pendientes de las señales que éste nos envía.

¿Cómo aprendemos a cuidarnos?

El cuidado también es algo que se aprende en el seno del hogar. No sólo hemos aprendido con el ejemplo que nos han dado nuestros mayores, sino que cuanto más cuidadosos hayan sido con nosotras, mejor sabremos cuidarnos solas.

A veces una mujer le dice a los otros lo que necesita y da al mundo la imagen de ser una “mujer maravilla” ominipotente; una “super mamá”, una “super esposa” o una “super hija”. Lo que logramos con esto es que el otro no nos ayude, pero no porque sea una mala persona, sino porque está convencido de que no necesitamos nada.

Cuidado emocional:

Acordamos que para cuidarnos emocionalmente tenemos que hacer lo mismo que con el cuerpo: registrar qué nos molesta y protegernos. Hay que saber elegir a las personas que nos rodean, evitando a las que nos hacen daño.

Y si en algún momento necesitamos ayuda: saber pedirla. Esta puede ser tanto a un profesional como a un familiar o a una amiga. W. Bion, psicoanalista inglés, acuñó el concepto de “capacidad de reverie”, que es la habilidad que tiene una madre de registrar las necesidades de su bebé y de decodificarlas para satisfacerlas inmediatamente. No median las palabras. Y es solamente en estos tempranos momentos de nuestra vida cuando recibimos ayuda sin necesidad de pedirla con palabras: después hay que animarse a hablar y a pedir.

En la conversación se planteó el concepto de “redes” y de la importancia de formar redes emocionales que nos vinculen con otros y que nos contengan.

Cuidar lo que tenemos

Nos referimos a cuidar tanto los vínculos afectivos que hemos establecido con otros, como las actividades que nos gustan, así como nuestros bienes materiales. No se trata de llenarse de cosas que no nos sirvan, sino de cuidar las que queremos. 

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    Carina Baron

    En este espacio describo brevemente los temas que conversamos en cada encuentro. 

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